El Dr. Edwin Loius Cole enseñaba que en la sociedad actual se honra, reconoce y valora los títulos y logros que las personas alcanzan: "el gran doctor en medicina con post grado en tal universidad y premiado por tal organización", "el científico con 5 doctorados descubridor de tal sustancia radiactiva", "el deportista ganador de tantos trofeos y medallas que superó todos los records", etc., pero no honran, reconocen ni valoran a un buen padre.
Lamentablemente invertimos mucho tiempo y energía para crear un gran nombre, para ser reconocidos y recordados por generaciones, pero no le damos la debida importancia al gran privilegio que tenemos de ser padres o madres.
¿Cuántos de nosotros recordamos el nombre de nuestros tatarabuelos? Creo que muy pocos. ¿Qué tal de nuestros tatara tatara tatara tatarabuelos? Creo que ninguno. ¿Por qué pensamos, entonces, que nosotros sí seremos recordados? ¿Por qué ese empecinamiento de engrandecer nuestro nombre cuando para los únicos que debemos ser grandes debe ser para nuestros hijos?
El único nombre al que nosotros debemos engrandecer es el de Jesús. Si hacemos eso, Él se encargará de engrandecer el nuestro (Génesis 12:1-3), y aun así, no te ilusiones mucho, porque no será para siempre. Además, cuando Jesús engrandece tu nombre, el objetivo no es que tú seas conocido simplemente porque sí y que tú te lleves la gloria, sino que el objetivo es que Él sea conocido y que Él se lleve la gloria.
No te esfuerces en ser reconocido por la sociedad, sino por tus hijos. No te esfuerces en ser grande para otros, sino solo para tus hijos. Ser grande para ellos, no es difícil: Pasa tiempo con ellos, escúchalos, juega con ellos, interésate en lo que ellos se interesa, conócelos. Lo único difícil de esto es que tenemos que poner nuestro egoísmo de lado, ese afán de querer figurar y crecer ante los ojos de otros, pero su recompensa va más allá de esa satisfacción efímera de recibir elogios de otros, porque lo que sentirás es la llenura del sentido de satisfacción permanente, ese sentido de haber cumplido tu tarea más importante encomendada por tu Padre Celestial mismo: el ser Su reflejo ante Su hijo o hija, porque, a fin de cuentas, nunca fueron nuestros hijos, solo pasaron por nosotros.
¿No sabes cómo ser un buen padre o madre? Tu Padre Celestial sí sabe. Él está más interesado en ayudarte que tú mismo, porque Él ama a tus hijos más de lo que tú jamás podrás hacerlo, los conoce desde antes que tú y mejor que tú. Déjate amar por Él, déjate llenar con Su amor, Sus palabras y Sus abrazos, porque recuerda, que antes que padre o madre, tú eres Su hijo. Esa será la mejor manera que aprendas a ser un buen padre o madre.
¡Espero te haya ayudado!
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