martes, 6 de junio de 2017

¡¿Por qué el Señor me la quitó?! - Asumiendo Responsabilidad

"¿Por qué se fue y por qué murió? ¿Por qué me la quitó el Señor? Se ha ido al cielo y para poder ir yo debo también ser bueno para estar con mi amor?", dice la letra de una antigua canción. ¡Me gustaba cantarla!

Existe ese pensamiento innato en el ser humano de responsabilizar a Dios por las cosas malas que suceden. Nadie nos enseña eso. Está ahí. Nacemos con ello.

Como escuché decir al pastor Daniel Gutierrez el domingo pasado: "Cuando algo malo sucede, decimos: "¿Por qué Dios me envió esto?", pero cuando es algo bueno, decimos: "¡Qué bueno mi vecino que estuvo ahí!""

Cuando recibimos la revelación de la gracia de Dios, Su favor inmerecido, ese pensamiento poco a poco es corregido. Eso me pasó a mí, y me di cuenta de ello cuando una vez, ya habiendo recibido la revelación de la gracia de Dios, escuché esa canción y, por primera vez, la analicé. Me di cuenta que el autor responsabiliza a Dios de haberle quitado a su enamorada cuando él mismo cuenta, previamente en la canción, ¡que fue su irresponsabilidad la tragedia que ocurrió!

La letra va así: "Íbamos los dos al anochecer, oscurecía y no podía ver. Yo manejaba, iba a más de 100, prendí la luz para leer. Había un letrero de desviación, el cual pasamos sin precaución. Muy tarde fue y al frenar, el carro volcó y hasta el fondo fue a dar."

¡Y luego escribe: "¿Por qué el Señor me la quitó?"! ¡Por favor!

Es común escuchar eso. Personas que se enferman porque no se cuidaron diciendo: "¿Por qué Dios me mandó esta enfermedad?" Personas que no administran responsablemente su dinero diciendo: "¿No sé por qué el Señor permite este tiempo de escasez?" Personas que no han invertido en su matrimonio diciendo: "Quizás Dios quiso que nos divorciemos".

¡Tu Padre Celestial es bueno! ¡No te engañes ni dejes engañar, todo lo bueno y perfecto viene de Él, porque así es Su voluntad: buena, agradable y perfecta! (Santiago 1:16-17, Romanos 12:2). ¡Tu Padre Celestial no es malo! Ya sea directa o indirectamente, eso bueno que recibiste, vino de Dios.

Aprende a asumir responsabilidad por tus propias acciones. En lugar de decir que Dios fue el responsable, di: "Gracias Padre porque no me condenas. Yo me equivoqué, pero aun así no estás en contra mía, y me ayudas a salir de aquí."

Si no reconoces que tuviste responsabilidad, lo más probable es que lo vuelvas a hacer ya que seguirás con el mismo mal proceder, y se convertirá en un círculo vicioso de cosas malas que te sucedan. No tiene nada malo de reconocer que te equivocaste. Si cometiste un error, ¡bienvenido al club! Si pecaste, ¡bienvenido al club! Recuerda que Jesús vino por pecadores, no por perfectos.

Recuerda esto: TU PADRE CELESTIAL LE DA DE SU FAVOR INMERECIDO AL HUMILDE, al que no se cree perfecto, que no se equivocó, sino que reconoce su condición, pero confía que Él bendice inmerecidamente.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario