sábado, 29 de abril de 2017

No sigas confiando en la Política

En 1824, Simón Bolívar se quejaba en una carta de la corrupción de los políticos.


Hoy en día, 193 años después, no solo seguimos con el mismo problema, sino que estamos enfrentando quizás una de las peores crisis de corrupción de la historia del Perú: un expresidente encarcelado, uno con orden de captura y dos con serias complicaciones. Y eso sin mencionar la larguísima lista de casos de corrupción de funcionarios públicos. ¡Y esto solo de los que sabemos! !Y esto solo hablando del Perú!

Y algunos siguen confiando en la política...

Desde pequeño poco me ha interesado la política. No era mucho de ver las noticias en la TV. Se burlaban de mí por estar "despistado", "en otra", nunca al tanto de lo que pasaba. Mi mundo era la iglesia (¡no me arrepiento en nada!).

Desde hace algunos años me ha interesado un poco más, pero no al nivel de estar pendiente de cada asunto. Quizás lo suficiente como para conversar un poco de la actualidad nacional. Es cierto, siempre es bueno estar informado. Pero, la verdad, desde el fondo de mi corazón, ¡más paz tenía cuando no estaba enterado!

¡Hay gente que solo opina de política! Después de eso, ¡no tienen vida!; y la verdad, no envidio en nada sus vidas, porque veo la poca paz en la que viven. Y hasta cierto punto, el interés que muchos tienen en la política es debido a la morbosidad por el chisme, por el interés que por fin agarren a ese político ladrón, ver cómo se peleen en el congreso, etc.

La verdadera paz NUNCA te la podrá dar ningún sistema político, porque el problema no radica en la democracia, el comunismo, el socialismo, en la izquierda, en la derecha, en el capitalismo, el liberalismo, etc. El problema se encuentra en el corazón del hombre. Mientras el ser humano siga pensando en sí mismo nada más, sin importar cuál sea el sistema que se adopte, fallará.

El amarse a sí mismo nada más, el buscar lo suyo propio, el ser uno mismo el centro de todo, hace que cualquier sistema no funcione. Sea político, económico, social, familiar, empresarial, etc., fallará mientras no se busque el bien de otras personas.

Dios le dijo a Josué que se esfuerce y sea valiente porque él tenia que repartir la tierra al pueblo (Josué 1:6). Salomón pidió sabiduría para dirigir al pueblo de Dios (1 Reyes 3:9). El corazón de los que están en autoridad debería ser servir al pueblo. Mientras esto no suceda, el sistema que se use, fallará; habrá injusticia, violencia, pobreza y delincuencia.

La solución siempre ha sido y siempre será Jesús. Él es el único que puede tratar con el verdadero problema: el corazón del hombre. Él puede, con su amor y gracia, cambiar el corazón de piedra a uno de carne, es decir, de uno que solo piensa en sí mismo a uno que lo dé todo por los demás.

Quizás la falta de paz que tengas puede ser porque te llenas mucho de esas cosas. Recuerda, UNO ES DE LO QUE UNO SE ALIMENTA. ¿De qué te estás llenando? "No te quejes de lo que permites", dice un refrán. Es decir, en lugar de quejarte de que no eres feliz, empieza a llenarte de cosas que sí te hagan feliz. Y si eres uno de esos que lo primero y lo último que haces en el día es prender el TV para ver las noticias, pues no te sorprendas de la amargura, enojo y frustración que permites que crezcan en tu vida.

¡Llénate de las cosas de Dios! ¡Anda a una buena iglesia que predique de la gracia y amor de nuestro Padre y sé parte de ella! Jesús es el único que puede traerte la verdadera paz, gozo y vida abundante que buscabas.

miércoles, 26 de abril de 2017

Sanidad Divina II - El Proceso de la Sanidad


¿Quién no ha escuchado o dicho alguna vez: "Pero oré y no se sanó", o peor: "Pero yo puse manos sobre el enfermo, hice la oración de fe, y se murió. ¿Qué pasó?" ¡Eso último me ocurrió a mí una vez! 😩

Muchos personas se frustran porque oran por los enfermos y no son sanados. Creen haber seguido todos los pasos que la Biblia dice: imponer manos, ponerse de acuerdo con otros, llamar a un líder de la iglesia, etc., pero aún así se desaniman al no ver ningún fruto manifestarse.

Creo que, en la mayoría de los casos, esa frustración viene por esperar que la sanidad se manifieste en forma inmediata o, al menos, muy próximamente. Recuerda que "uno se frustra cuando recibe algo diferente a lo que espera". Ellos esperaron una sanidad instantánea, y no fue así. ¿Qué recibieron? Recibieron UN PROCESO, pero ellos no lo sabían.

"Pero Jean Paul, ¿acaso Jesús no sanaba en forma instantánea?" Sí lo hacía..., en algunos casos. En la gran mayoría de los casos el proceso de la sanidad duró días, semanas, meses y quizás hasta años.

Jesús sanó a cientos de miles de personas (quizás hasta millones), pero obviamente no tenemos registrada uno por uno cada sanidad en la Biblia. Lo que leemos son cosas como: "Jesús fue de ciudad en ciudad y los sanó a todos" (Mateo 4:23-24, 8:16, Lucas 4:40, 6:17-19, etc.). En esos versículos están condensados gran parte del tiempo del ministerio de sanidad de Jesús, porque ¡te puedes imaginar cuánto tiempo le tomó en sanar a todas esas personas! Porque no dice que sanó a algunos cuantos, sino ¡a TODOS! ¿Cuántas personas enfermas podrían haber en una sola ciudad? Considera que la ciencia médica (¡cuyos conocimientos vienen de Dios, por si acaso!) en ese entonces no era tan buena como hoy en día, por lo que no nos equivocaríamos en estimar un número alto de enfermos.

Uno podría decir, "pero Jesús tiene el poder de sanar a todos en un segundo". ¡Claro que lo tiene! Y, ¡claro que quiere hacerlo así! Pero el recibir la sanidad no depende de su poder ni de su voluntad, sino de tu fe (¡eso es para otro blog 😁!). Además, si hubiera ocurrido así en donde Jesús sanó a todas las ciudades (o al menos una) en forma instantánea, no tengo la menor duda que estuviera registrado aquel super milagro en la Biblia.

Mira cómo fue el proceso de sanidad de esas miles de personas:
La fe viene por el oír de la Palabra de Dios (Romanos 10:17, específicamente la Palabra de la Gracia de Dios, -eso también es para otro blog 😛).

  1. Esas cientos de miles de personas escucharon de algún modo la Palabra de Dios acerca de que Jesús puede sanarlos. Puede haber sido que lo escucharon directamente de Jesús, de algún otro, o por la cantidad innumerable de testimonios de sanidad. Yo me inclino por este último.
  2. Esa palabra empezó a ser meditada en su corazón por algún tiempo; el tiempo suficiente como para que se convencieran ("la convicción de lo que no se ve",  Hebreos 11:1) que valdría la pena el esfuerzo de ir hasta donde estaba Jesús. Es ahí cuando se formó la fe en su corazón. Cuando apenas escucharon la Palabra de Dios, no era fe todavía, sino solo una semilla; pero la semilla maduró y se volvió fe gracias a que meditaron en ella. Por ejemplo, dice la Biblia que la mujer con el flujo de sangre se decía, "si tan solo toco el borde del manto de Jesús, seré sana" (Marcos 5:28). ¡Eso es meditar!
  3. "¡¿Ya se sanaron?!" Todavía no. Tenían que actuar sobre esa Palabra que se volvió fe, ya que "la fe sin obras es muerta" Santiago 2:17.
  4. Entonces, una vez convencidos que encontrarían la sanidad en Jesús, emprendieron su camino hasta donde Él estaba. A muchos les tomó mucho esfuerzo, sacrifico y tiempo, pero llegaron.
  5. Una vez con Jesús, Él los sanó instantáneamente. EL PROCESO TERMINÓ.

El proceso comenzó cuando escucharon por primera vez que Jesús los podía sanar y terminó cuando Jesús los sanó.
El leproso de Mateo 8:1-3, el criado del centurión de Mateo 8:5-13, la mujer con el flujo de sangre de Marcos 5:21-42, el ciego Bartimeo de Marcos 10:46-51, la mujer sirofenicia de Marcos 7:24-30, entre otros, son ejemplos que ilustran este proceso. Todos ellos escucharon de alguna manera que Jesús podía sanarlos, meditaron en ello por algún tiempo hasta convencerse, es decir, hasta que se formó la fe, actuaron basados en esa fe y, finalmente, Jesús los sanó.

Así que, lo que leemos en los evangelios que Jesús puso la mano sobre alguien y sanó, es solamente la punta del iceberg, el final de un proceso que duró mucho para la mayoría.

Hubo veces que, sí, la sanidad fue instantánea y el enfermo no espero nada. Pero son excepciones a la regla. Creo que no llegan ni a 5 casos registrados: El hombre de la mano seca (Mateo 11:9-14), la resurrección del hijo de la viuda de Naín (Lucas 7:11-17, aunque esto no es sanidad sino resurrección), el paralítico de Betesda (Juan 5:1-11) y la mujer jorobada (Lucas 13:10-17). ¿Se me olvida uno? Si es así, ¡anótalo en el comentario!

Además, en estos casos mencionados, el enfermo no se acercó a Jesús, sino fue Jesús quien se acercó al enfermo; y en la mayoría de ellos fue un sábado (excepto el caso de la resurrección del hijo de la viuda de Naín). Creo que hay una linda enseñanza ahí. Si tienes alguna revelación, ¡me gustaría escucharla!

ENTONCES, te pregunto, ¿de dónde crees que se debe sacar la "regla a seguir" para recibir sanidad?, ¿de los millares de personas que siguieron el mismo proceso o de aquellas contadas excepciones? ¡Obviamente la pauta a seguir la marca aquellos cientos de miles que recibieron su sanidad a través de un proceso!

No dudo que Dios puede sanarte soberanamente sin que se lo pidas. Pero si se lo estás pidiendo y todavía no estás sanado, adivina qué, ¡estás dentro del proceso!

Así que, si estás orando por sanidad propia o por alguien más, ¡NO TE RINDAS! ¡No creas que porque no fue instantánea no se manifestará la sanidad! ¡Sigue declarando la Palabra! ¡Sigue pidiendo oración! ¡Sigue intercediendo hasta que veas la sanidad manifestada! No te frustres porque no ves la sanidad manifestada ya que ¡estás dentro del proceso! Y más aun, ¡estás dentro del proceso Bíblico!


"Así que no pierdan la confianza, porque esta será grandemente recompensada.
Ustedes necesitan perseverar para que,
después de haber cumplido la voluntad de Dios,
reciban lo que Él ha prometido."
Hebreos 10:35

¡Espero te haya ayudado!

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jueves, 20 de abril de 2017

"Borrón y Cuenta Nueva" - ¡Mi cuñado Jonathan fue Sanado!


No se lo merecía, pero nos atrevimos a creer por ello. Fue su culpa que sus arterias se obstruyeran, pero Dios no nos da lo que nos merecemos (Salmos 103:10).

Muchos le dijimos a Jonathan por mucho tiempo: "Cuídate en cómo comes, estás muy gordo, te va a hacer daño". Pero no hacía caso. También, algunos les dijimos a él y Patty (su esposa, mi hermana) que saquen su seguro social de salud, pero nunca fue una prioridad para ellos y lo dejaron pasar.

Y lo que tenía que pasar, pasó. Lo que se sembró, se cosechó. El miércoles de la semana pasada a mi cuñado le dio un infarto de media intensidad (es peligroso) y lo llevaron de emergencia al hospital. El dolor en su pecho fue muy fuerte. Después de un día pareció que pasó el peligro y regresó a casa, pero al día siguiente casi le da un segundo infarto. Nuevamente tuvo el dolor fuerte en el pecho. Los médicos dijeron que un segundo infarto podría ser fatal así que lo trasladaron a UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) para que sea mejor controlado, pero ahí no podía recibir visitas. Mientras tanto, todos, en especial Patty y sus hijos (dos mayores, una adolescente y niño de 8 años) se preocuparon hasta las lágrimas. No era para menos.

Jonathan necesitaba dos operaciones: Un cateterismo y la colocación de un Stent en su arteria (es como un resorte para que su arteria no se cierre).

La incertidumbre de qué pasaría con él y cómo harían con los costos ya que no tenían seguro social quiso invadir sus corazones. A Jonathan le afectó más, pero mi hermana Patty se atrevió a creerle a su Padre Celestial por aquello que no se merecía. No se quedó como pobrecita diciendo: "esto me lo merezco por no prevenir", sino se paró en fe declarando la sanidad y la provisión del Padre que la ama. ¡Creyó por su favor inmerecido!

Por iniciativa de terceros se empezó a levantar fondos para las operaciones que era alrededor de 8 mil soles, pero faltaba mucho para llegar a la meta. La fe de Patty no claudicaba. Cientos no dejábamos de interceder. Una intercesora me dijo que oraba para que Dios "le dé las respuestas que Jonathan necesitaba saber". ¡Fue una oración guiada por Dios ya que no conocía a mi cuñado! Y en efecto, en su tiempo sin visita en UCI, sin TV, sin internet y sin mucho celular, ¡no le quedaba otra opción que hablar con Dios! Más que seguro que derramó su alma delante de su Padre Celestial que lo ama, mientras que Dios le hablaba para que se atreva a creerle por Su favor inmerecido. Así estuvo por cinco días, desde el sábado hasta ayer miércoles.

Patty le había dado el libro de Joseph Prince "El Poder de Creer Correctamente". Después de leerlo un poco, Jonathan lloraba diciéndole a Dios: "Tanto tiempo de cristiano y siento que no conozco tu gracia. ¡Quiero conocer tu gracia! ¡Quiero conocer tu favor inmerecido!"

Ayer los médicos le dijeron a Patty que ya lo tenían que operar. Patty había estado moviéndose sin parar para sacar el seguro social e iba a estar listo para el jueves, por lo que ¡el miércoles Patty le pedía al doctor que no lo opere, sino que espere hasta hoy! El doctor insistía que era muy peligroso. Ellos no sabían qué hacer. Estaban llorando y asustados por los gastos en los que se estarían endeudando. Así que oraron juntos para pedir dirección de Dios. Jonathan sintió que Dios le decía: "Yo no quiero compartir mi gloria con nadie. Yo te sanaré. Yo proveeré". Entonces accedieron a la operación sin seguro.

Al salir de la sala de operaciones, dejaron a Patty y una de sus hijas mayores ver a Jonathan, el cual se encontraba llorando por lo que acababa de vivir. Jonathan susurraba: "no tengo nada, no tengo nada". ¡Luego les dijo que el doctor había encontrado sus arterias libres, nada obstruidas, bien abiertas! Al poco rato se acercó el doctor y confirmó lo que Jonathan les dijo. Además les dijo que no era necesario la otra operación para ponerle el stent en su arteria. Los tres estaban llorando. Luego, el doctor le da unas palmadas en el hombro de Jonathan y le dice: "Borrón y cuenta nueva". ¡Aleluya!

¡Hoy jueves ya le dieron de alta! Ya que no fue necesaria la operación de ponerle el stent la cual era la más costosa, así que ¡se pudo pagar la cuenta del hospital con lo recaudado!

Muchos nos preocupábamos sobre cómo se pagaría todo ya que faltaba mucho, pero Dios hizo el milagro. ¡Jonathan fue sanado de su corazón físico, pero también del espiritual! Lo que iba a ser destrucción y fatalidad, ¡Dios lo tornó a bien!

Nuestro Padre no provocó el infarto ni tuvo nada que ver para que no saquen el seguro social. Por el contrario, Dios les advertía a través de las palabras de las personas que los amaban que se cuiden y sean precavidos, y fueron ellos los que decidieron no hacer caso. PERO DIOS no está ahí para restregarnos en nuestra cara nuestros pecados y fallas. Nuestro Padre NUNCA te dirá: "¡Ves, te dije! ¡Pero no me quisiste hacer caso! ¡Ahora PAGA tus consecuencias!" ¡NO! Por el contrario, JESUS PAGO LO QUE NOSOTROS NOS MERECIAMOS. EL TOMO NUESTRO LUGAR. EL CASTIGO DE NUESTRA PAZ FUE SOBRE EL. POR SUS LLAGAS FUIMOS NOSOTROS CURADOS. (Isaías 53:4-5)

Hebreos 4:15 dice que Jesús se compadece de nuestras debilidades porque Él, así como nosotros, fue tentado en todo (pero Él no cayó en la tentación). No dice que se burla de nuestras debilidades, que no puede entender por qué es que fallamos a cada rato, que no nos comprende. ¡NO! ¡Él se compadece! Y luego, en el siguiente versículo dice que te acerques CONFIADAMENTE al trono de la gracia (favor inmerecido) de Dios para recibir misericordia y ayuda. Es decir, después de haber sido débiles y no hacer lo que debimos hacer, después de fallar y pecar, tu Padre Celestial no te condena, ¡sino que te dice que te acerques confiadamente a Él! Y la Biblia Amplificada agrega: Osadamente y Valientemente. ¡Ese es tu Padre que te ama!

¿Fallaste? ¿Pecaste? ¿No hiciste lo que debiste haber hecho? Bueno, ¡bienvenido al grupo de los que no somos nada perfectos! No corras de Dios. ¡Corre a Dios! Jesús no vino por perfectos, sino por pecadores. Él no te condenará por lo que hiciste, sino que te abrazará, te confortará, te sanará, te dará todo el favor inmerecido que necesites. Está ahí, disponible para ti. ¡Atrévete a pedirlo! ¡ATRÉVETE A PEDIRLE A DIOS LO QUE NO TE MERECES! ¡Atrévete a pedir de su favor inmerecido!


"Acércate confiadamente al trono del Favor Inmerecido de Dios para recibir la ayuda que necesitas"
Hebreos 4:16
¡Espero te haya ayudado!

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martes, 18 de abril de 2017

Sanidad Divina I: ¡Dios quiere sanarte!


¿Dios quiere sanarme? ¡Sí! Y, ¿si es mi culpa por la que estoy enfermo? ¡Igual te quiere sanar! Eso no cambia Su voluntad. ¡Tu Padre Celestial quiere sanarte siempre!

Yo sé que esto quizás haga que muchos que todavía no reciben la revelación de la gracia de Dios se incomoden un poco. Realmente espero que no. Espero que puedan recibir la revelación que nuestro Padre está enviando a la tierra en este tiempo. En cuanto al tema de la sanidad divina su voluntad es: DIOS QUIERE SANARTE ASI HAYA SIDO TU CULPA QUE ESTES ENFERMO.

Dios no cambia (Hebreos 13:8). Su voluntad no ha cambiado y no lo hará. Tú no harás cambiar Su voluntad con tus acciones. Él es tu Padre y siempre quiere darte lo mejor (3 Juan 2).

Recuerda esto siempre: Jesús refleja la perfecta voluntad del Padre. (Juan 14:9, Colosenses 2:9). Entonces, ¿a cuántos que se hayan acercado a Jesús por sanidad has visto que Jesús les haya preguntado primero: "Espera, para poder sanarte debo saber primero, ¿es tu culpa que estés enfermo?". Te ayudaré: ¡A ninguno! Inclusive, en una oportunidad los discípulos fueron los que querían saber las causas de la enfermedad de una persona (una ceguera, Juan 9:2). Querían saber si esa enfermedad era por culpa de sus pecados o el de sus padres. Pero a Jesús no le interesaba eso. ¡Jesús solo quería sanar!

Nuestro Padre no está enfermo de la cabeza para que quiera que suframos de alguna enfermedad para aprender algo. Él no te quiere sanar pero después de que hayas aprendido algo primero. Jesús nunca le preguntó a nadie: "Yo te sanaré pero primero tienes que aprender más carácter - (o cualquier otra cosa) - en medio de esta enfermedad". ¡No! ¡Él te quiere sanar ya! No ores para preguntarle si Él te quiere sanar. ¡Ora declarando la sanidad que Él te dio! ¡Todas sus promesas son en Él sí y Amén! (2 Corintios 1:20).

El leproso estaba seguro que Jesús PODIA sanarlo pero no estaba seguro si QUERIA sanarlo (Mateo 8:1-3). Por eso se le acercó diciendo: "Señor, SI QUIERES puedes limpiarme". La lepra en ese entonces era considerado una maldición por el pecado (específicamente, por la rebelión). Jesús no le dijo: "Apártete de mi, pecador, y ¡paga las consecuencias de tus propias acciones!". Muchas veces tenemos esa actitud porque no conocemos la voluntad de nuestro buen Padre Celestial, la cual es: ¡Quiero, se limpio!

Es cierto que muchas veces aprendemos cosas positivas en momentos difíciles, tal y como son las enfermedades. PERO decir que nuestro Padre QUISO que pasemos por esos momentos, o peor aun, que Él orquestó esos momentos, es equivocado. Uno no debe crear una creencia por uno o dos versículos, sino que debe ser algo sustentado de comienzo a fin de la Biblia.

Inclusive, esas cosas positivas que aprendimos u obtuvimos en medio de esa enfermedad (o cualquier situación difícil), ¡no fue gracias a la enfermedad en sí! Si eso fuera así, es decir, si la enfermedad produjera fortaleza de carácter, acercamiento familiar, una más profunda relación con Dios, etc., TODOS los que pasan por enfermedades saldrían mejor, y ese no es el caso. Aquello positivo que se obtuvo de la enfermedad fue porque la Palabra de Dios estuvo plantada de alguna manera en el corazón de la persona, y la persona decidió actuar en ella en esos momentos. Recuerda que TODO LO BUENO viene de Dios. La enfermedad, así como su creador el diablo, es para matarte, robarte y destruirte.

La enfermedad está en el mundo. A veces nosotros mismos nos la buscamos. Pero sea cual sea el caso, tu ¡Padre Celestial quiere sanarte! Jesús no solo está contigo en medio de esa enfermedad, Él quiere sanarte.

¡Espero te haya ayudado!

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lunes, 10 de abril de 2017

La Transfiguración - ¡Escucha a Jesús!

¿Quiénes son tus súper héroes favoritos? ¿Supermán, Hulk, Gokú? Imagínate que los tienes juntos delante de ti. ¿Cómo te sentirías? Bueno, algo así me imagino que Pedro, Jacobo y Juan se sintieron al ver a Moisés y a Elías al frente de ellos (Mateo 17:1-7).

Hay que recordar que para los judíos de ese entonces Moisés y Elías eran los más más. No había Nuevo Testamento todavía y Jesús era considerado por algunos como Juan el Bautista, por otros como Elías mismo, y por otros por "algún profeta que resucitó" (Mateo 16:13-14). Y a pesar de que de que el Padre le reveló a Pedro que Jesús era el Hijo de Dios, sabemos que todavía no tuvieron bien firme esa revelación porque luego dejaron a Jesús solo en el calvario. Entonces, Jesús se lleva a Pedro, Jacobo y a Juan a la cima de un monte y, de repente, Moisés y Elías se le aparecen y comienzan a hablar de cosas importantes con Jesús.

Yo me imagino lo que Pedro, Jacobo y Juan comenzaron a pensar: "¡Wow, son Moisés y Elías!  ¡Jesús sí que debe ser importante!". Y luego Pedro dice: "¡Oh Maestro, qué honor que estemos aquí!". Estoy seguro que si hubieran existido los celulares con cámara, no hubieran desaprovechado la oportunidad de tomarse un selfie con ellos. ¡O quizás son capaces de pedirle a Jesús que les tome la foto!

Es ahí cuando Dios el Padre hace su intervención. Parafraseando, Dios les dice: "Pedro, Jacobo y Juan, ¡ESCUCHEN A MI HIJO JESUS!".

¡¿Te puedes imaginar eso?! Ellos tienen en frente a sus súper idolatrados Moisés y Elías, y Dios el Padre les dice: ¡Escuchen a Jesús!

¡Más claro no se puede poner!

Ellos pensaban que conocían a Dios, pero la verdad era que nadie lo conocía como el Hijo mismo. Dice en Hebreos que Moisés fue fiel pero como siervo, pero Jesús como Hijo. A través de la Ley nunca podrás conocer a Dios como realmente es. La Ley es una sombra de lo verdadero. Jesús te lo muestra como realmente es.

Dios no quiere que sigas intentando conocerlo a través de la Ley, es decir, a través de legalismos, de religión, de estándares, de reglas y mandamientos. No lograrás conocerlo así. Solo te frustrarás.

Por eso Jesús dijo: "A Dios nadie lo conoce" (Juan 1:18 - aquí la palabra "ver" significa "conocer" en griego), porque ellos solo pudieron conocer a Dios a través de el Antiguo Testamento, a través de la Ley. No conocían otra cosa. Pero Jesús dijo: "Yo, el unigénito hijo de Dios, lo doy a conocer".

Entonces, ¿quieres conocer a tu Padre celestial? ¡Conoce a Jesús! Jesús dijo: "El que a mí viene, yo no le echo fuera" (Juan 6:37), "yo he venido a que tengan vida en abundancia" (Juan 10:10), "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Juan 14:6). Él vino a sanar, salvar, restaurar. ¡Jesús no vino a condenar al mundo, sino a salvarlo! (Juan 3:16-17).

martes, 4 de abril de 2017

Ahora sí me veo como un Escritor

Desde que estudié a este personaje de la historia mi mente comenzó a imaginarse cómo pudo haberle sucedido las cosas que le sucedieron. Así que, solo como para no olvidarme las ideas que se me venían, empecé a escribirlas, pero cuando se las mostré a mi esposita, me dijo: "¡Wow, amor tienes que escribir esto!"

Por los siguientes años le hice poco caso. Escribía de vez en cuando, no le dedicaba el tiempo que se requería. Tenía muchas excusas en mi mente: no tengo tiempo, no es tan buena idea, etc. La verdad era que no me veía a mi mismo como un escritor, y pensaba si a la gente le gustaría o no lo que escribía. Mientras, mi esposa no se cansaba de decirme: "Amor, ¡tienes que escribir!"

Tiempo después, por fin le dediqué el tiempo que se requería. Acabé de escribir mi primer libro y ya estaba buscando editoras. Pero aún así no me veía como escritor.

No fue hasta que escuché la entrevista que un autor le hacía a otro autor, y una de las preguntas que le hizo fue: "¿Tú que escribes?". Su respuesta me trajo la paz que necesitaba. Le dijo: "Yo escribo lo que a mi me gustaría leer".

"¡Es cierto!", me dije a mi mismo. "¡Yo soy el que debe estar satisfecho con mi trabajo! ¡Yo soy el que debe decir: No sé cómo hacerlo mejor! ¡Me gusta leer lo que escribo! No me debe importar si a la gente le gusta o no, porque siempre habrá gente que no le gusta, pero también siempre habrá gente que sí le guste. ¡Escribiré para ellos! Además, ¡ni aun la Biblia le gusta a todos!"

Fue la Palabra que Dios usó para traerme la confianza que necesitaba. Ahora sí me veo como un escritor. Uno de mis sueños se está haciendo realidad. Yo ya no me limitaba a mí mismo. Ahora estoy escribiendo la segunda parte de esta Trilogía, además de otros dos libros navideños (¡es que me encanta la Navidad!), y también tengo algunos libros de estudio planeado para el futuro.

¿Cómo te ves a ti mismo? ¿Qué te limita a ir por tus sueños? Sea lo que sea que te esté limitando, NO ESCUCHES ESOS LIMITES. Pide consejos a gente que te ama. Escucha a la gente que te anima. Escucha lo que Dios pone en tu corazón. Ora por una Palabra de Dios que te traiga la libertad que necesitas. ¡Si Dios te lo puso en el corazón, Él te ve de esa manera!