martes, 26 de septiembre de 2017

Descansa de Ti Mismo

Cuando uno vive en la Ley vive cargado, con estrés y preocupado, y esto es porque en la Ley dependes de tus propios esfuerzos y méritos para tu éxito. Pero cuando uno vive en la Gracia de Jesús vive descansado todo el tiempo porque no depende de lo que uno mismo pueda ganar, sino que confía que lo que Jesús ganó es suyo también. ¡Mejor es la gracia!

Jacob estuvo confiando en sus propios esfuerzos para arreglar su vida, para escapar de su pasado y de las consecuencias de su accionar. A pesar de ser nieto de Abraham e hijo de Isaac, los hombres de Dios de ese tiempo, se sentía indigno de que Dios estuviera con él por las cosas que hizo. ¡Pero Dios estaba con él, solo que él no lo sabía y no se sentía digno de eso!, y esto lo sabemos porque vemos que cuando Jacob decidió descansar cuando huía de su hermano, se quedó dormido y tuvo un sueño: el cielo abierto sobre él con una escalera en donde ángeles subían y bajaban, y luego Dios, además de confirmarle el mismo pacto que le hizo a su papá y abuelito, le habla a su corazón diciendo: "Yo estoy contigo" (Génesis 28:15).

Yo me imagino que ahí comenzó la sanidad para el corazón de Jacob. Me lo imagino llorando diciendo: "Pero Dios, cómo vas a estar conmigo si yo solo le hago daño a la gente, los engaño, busco lo mío propio, me conocen como un suplantador, engañé a mi propia familia. Señor, no soy digno que estés conmigo". Y creo que esas palabras seguían ministrando a Jacob: "A pesar de cómo eres, te amo, yo estoy contigo". ¡Wow!

Ahora, ¿en qué momento Jacob recibió esa revelación? ¡Cuando decidió descansar! Ese es el secreto: tienes que descansar de ti mismo, de tus esfuerzos, de los intentos de ganarte las aprobación de Dios y de otros, de intentar de ser digno de ser llamado Su hijo. ¡DESCANSA!

Si te sientes trabajado y cargado, ven a Jesús y descansa. En Él encontrarás el reposo que tu alma necesita (Mateo 11:28-29). Jesús no vino a darte más cosas que tienes que hacer para ganarte Su favor, sino que quiere enseñarte que Él ya lo ganó todo por ti. Tu actitud ya no será: Tengo que ir a ganarme las bendiciones de Dios, sino que será: Iré a recoger lo que Jesús me regaló.

Jacob pensó que huía de sus problemas, pero no huía de su verdadero problema: él mismo, el intento innato que tenía de ganarse las cosas. Además, seguro pensó que huía de Dios también, pero Dios nunca lo abandonó, solo que Jacob no se daba cuenta de ello. Jacob solo cerró lo ojos, y ahí estaba Dios.

¡Espero te haya bendecido!

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