lunes, 18 de junio de 2018

Siendo parte de un Equipo


Otra gran lección que nos deja nuestra querida selección peruana. Una lección de vida. Una lección que nos hace recordar humanidad; que puedes ir corriendo la carrera, pero no debes olvidarte de los que corren contigo; que en el futbol las estrellas no ganan los torneos, sino los equipos; que si uno del equipo cae, todos caemos, pero si se levanta, todos son levantados.

Cuevita se falló un penal en un torneo mundial, el primero después de 36 años para el Perú. Que se puso nervioso, que no debió patear él sabiendo que ya había fallado antes, que fue su culpa que no obtengamos los 3 puntos, etc., ¿realmente creen que no sabe él todo eso y más? ¡Claro que lo sabe! ¡Por qué creen que se puso a llorar! Estoy seguro que el profesor Gareca y sus compañeros saben que la solución no es recordarle constantemente el error que cometió, sino lo bueno que tiene todavía.

¿Por qué no seguimos el mismo ejemplo practicando resaltar lo bueno de los que nos rodean en lugar de recalcarles lo malo que hacen?

Practica esto con tu esposo, con tu esposa, con tus hijos, con tus amigos, con tus compañeros de trabajo, con tus empleados, con los que están bajo tu liderazgo, etc. Deja de redundar con tus palabras sus errores porque eso solo los hará pensar que son malos, que no sirven, que son unos fracasados, les quitará la confianza de intentarlo de nuevo y, ¿realmente crees que mejorarán así? "Tal es el pensamiento en su corazón, tal es la persona", dijo el sabio Salomón (Proverbios 23:7).

Por otra lado, si en lugar de enfatizar sus errores enfatizas las fortalezas que tiene las personas que te rodean, estás animándolos a creer que sí pueden mejorar, que no son unos inútiles, que un error no tiene por qué definirlos, que no es que sean unos fracasados, sino que simplemente estaban mal ubicados. De esta manera verás en un futuro más confianza en tu esposo(a), en tus hijos, en tus empleados, etc., porque no se estarán enfocando en sus debilidades, sino en sus fortalezas.

Como iglesia, cuando veamos a alguien que cae, ¡no le recalquemos lo malo que es! Créeme, ¡esa persona ya lo sabe!, y no necesita escuchar constantemente que es un pecador y que es un despreciable ser, por el contrario, necesita escuchar que tiene un Padre amoroso en el cielo que lo ama tal y como es (Romanos 5:8), debemos reflejar tanto de ese amor y bondad que sea obligado a arrepentirse (Romanos 2:4). El amor no descubre las faltas, sino que las cubre (1 Pedro 4:8). La humillación y la vergüenza no cambian a nadie para bien, sino para mal, para empeorar, pero el amor incondicional de nuestro Padre Celestial nos da la fortaleza para cambiar.

Cuando Dinamarca nos metió el gol, no vi el bajón anímico de nuestra selección, pero sí lo vi cuando Cueva falló el penal. Como son un equipo, parte de una misma familia, sintieron ese dolor cuando uno de ellos cayó. Lloraron con el que lloró. No se obligaron a sentirse mal, sino que NATURALMENTE reaccionaron así.

¿Lloras con los que lloran en tu equipo, llámese familia, iglesia, trabajo, etc.? ¿Ríes con los que ríen? ¿Qué reacción sale de ti cuando ves a alguien que es bendecido? ¿Qué reacción tuviste cuando supiste que esa persona se fue a Rusia para ver el mundial, cuando se compró un carro nuevo, cuando lo despidieron del trabajo, cuando el líder le tuvo que llamar la atención? Si no compartiste su dolor a su alegría, no estás siendo parte del equipo. Y si fue así, es momento de reflexionar y que le pidas a tu Padre Celestial que te ayude a sentirte parte de esa familia.

Espero te haya ayudado.

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