jueves, 22 de febrero de 2018

Oracion II: Aprendiendo a Orar


Los judíos sabían bastante la Biblia, al menos la Biblia que hasta el tiempo de Jesús tenían, es decir, el Antiguo Testamento. Los más estudiosos se aprendían de memoria TODO el Antiguo Testamento. Si alguna vez te has jactado de memorizarte parte de la Biblia, ante uno de ellos, ¡quedarías en ridículo!

Los discípulos, como judíos que eran, también sabían bastante del Antiguo Testamento y, por supuesto, sabían orar; o al menos, ¡eso pensaron!, porque un día se le acercaron a Jesús para pedirle que les enseñe a orar (Lucas 11:1).

Yo supongo que al ver lo que Jesús hacía, al escuchar Sus poderosas enseñanzas y, sobretodo, al ver cómo oraba Jesús, los discípulos reflexionaron, fueron sinceros consigo mismos y llegaron a la conclusión que su Maestro oraba mucho mejor que ellos. Ellos se dieron cuenta que las oraciones de Jesús sí daban resultado y se veían auténticas, por lo que se sinceraron, se humillaron a sí mismos poniendo todos sus conocimientos de lado, y le dijeron: "Enséñanos a orar." Para poder decirle a Jesús "enséñame" de corazón, primero tuvieron que reconocer que no sabían. Para poder ser llenados, primero se tuvieron que vaciar a sí mismos.
Para poder aprender, primero tienes que reconocer que no sabes. Si piensas que sabes, no estarás abierto a aprender. Este es un requisito indispensable para aprender a orar.
Pero, ¿cuál fue la respuesta de Jesús? ¿Qué hizo Jesús? Jesús procedió a enseñarles. ¿Sabes qué me dice esto a mí? Me dice que sí podemos aprender, porque si Jesús les hubiera contestado: "Saben qué, es muy tarde para ustedes porque ya saben demasiado y es difícil re-enseñar a alguien", "esto está separado para algunos cuantos, y ustedes no están entre ellos", o quizás un simple "no, no quiero enseñarles", entonces podríamos estar seguro que aprender a orar es algo que nunca lograremos. ¡Pero no fue así! ¡Jesús les enseñó a orar porque sabía que podían aprender! ¡Y lo mismo es para nosotros!

¿Quieres aprender a orar como Jesús? ¡Pídele que te enseñe! Pon todos tus conocimientos de lado, tu experiencia, tus estudios y tu orgullo para que puedas aprender. Recuerda que Él da gracia al humilde (Santiago 4:6), y ten la seguridad que Él te enseñará como un Padre a un hijo. Simplemente dile: "Jesús, enséñame a orar".

Espero te haya bendecido.

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