jueves, 24 de enero de 2019

Recoge el Pan en Descanso


Todos tenemos una tierra prometida que poseer. Y después que la hayamos alcanzado siempre habrá una más que nuestro Padre tiene para nosotros. Nuestro matrimonio, nuestros hijos, nuestras finanzas, nuestro ministerio, nuestra salud, son algunos ejemplos de tierra prometida que nuestro Padre desea que alcancemos. El problema se encuentra en que muchos no practicamos la manera que enseña el Nuevo Testamento para tomar esa tierra.

En el Antiguo Testamento Dios había llamado a su pueblo para pelear para tomar la tierra prometida que Él les había dado (Levítico 20:24). El pueblo era quien tenía que ir al campo de batalla a pelear, ha ensuciarse las manos, a trabajar duro por conquistar su tierra prometida. En el Nuevo Testamento esa idea es completada en Hebreos 3:18 llama el entrar a la tierra prometida entrar en el Reposo de Dios.

En el Antiguo Testamento era PELEAR, mientras que en Nuevo Testamento es DESCANSAR.

Ahora, es cierto que en Antiguo Testamento nuestro Padre los llamaba a pelear desde una perspectiva de victoria, de dueños tomando lo que era de ellos, porque tenían que convencerse que Dios ya les había dado la tierra.

En el Nuevo Testamento esa idea no es corregida, sino completada, porque ahora contamos con la obra completa de Jesús en la cruz y gracias a Él podemos estar seguros que ya tenemos lo que Él nos ha prometido. Tu corazón puede descansar, estar tranquilo, en paz, sabiendo que tu Padre Celestial está contigo, que no te abandonará, que Él hará un camino y que Él te guiará en tus pasos y decisiones que tomes, y que si fallas, Él no te recriminará, sino que te seguirá ayudando y bendiciendo.

Mis suegros tienen una panadería justo abajo de donde vivo. Yo les he dicho a mis hijos que el abuelo dice que pueden agarrar el pan que deseen, que es de ellos, que se los regala. Pero eso no quiere decir que porque el pan es de ellos, ¡boom!, el pan ya apareció en sus manos listo para que se lo coman. Sería tonto de parte de mis hijos si vienen y me dicen: "Papi, no sé que pasa, yo pensé que el abuelo nos dijo que el pan era nuestro, pero yo no veo ningún pan en mis manos cada vez que quiero comer pan. Yo creo que mi abuelo se equivocó."

Si ellos me dijeran eso, yo les contestaría: "Es cierto que el pan es de ustedes porque el abuelo se los dio, pero aun así tienen que ir abajo a pedirlo."

Si el abuelo no les hubiera dicho nada, ellos irían inseguros, con dudas, quizás con un poco de pena o vergüenza al pedir un poco de pan gratis y, por último, tendrían que pagar por ello. PERO EL HECHO QUE EL ABUELO HAYA DICHO QUE PUEDEN IR A RECOGER EL PAN QUE QUIERAN, LES DA LA CONFIANZA, EL DESCANSO, LA SEGURIDAD, LA PAZ INTERNA, que recibirán lo que pedirán. El creer en la palabra del abuelo marcó la diferencia.

Tu amoroso Padre Celestial ya ha dado su Palabra llena de promesas para ti, ya ha pagado por tu tierra prometida, ya te ha bendecido con toda bendición espiritual, pero tienes que ir a recoger lo que es tuyo. No vayas como si no fuera tuyo, inseguro, intranquilo, dudando que si recibirás o no lo que pides. Anda confiado, con valentía, con osadía (Hebreos 4:14), con la cabeza en alto, como dueño porque eres hijo del Dueño de todo, del Rey de reyes, del Creador, del Todopoderoso, quien te tiene sentado en su falda en lugares celestiales, quien te ama tanto que dio a Jesús por ti, quien te considera la niña de sus ojos, su especial tesoro. Anda descansado porque Jesús ya trabajó por ti.

Pero anda.

¡Espero te haya ayudado!

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