martes, 18 de abril de 2017

Sanidad Divina I: ¡Dios quiere sanarte!


¿Dios quiere sanarme? ¡Sí! Y, ¿si es mi culpa por la que estoy enfermo? ¡Igual te quiere sanar! Eso no cambia Su voluntad. ¡Tu Padre Celestial quiere sanarte siempre!

Yo sé que esto quizás haga que muchos que todavía no reciben la revelación de la gracia de Dios se incomoden un poco. Realmente espero que no. Espero que puedan recibir la revelación que nuestro Padre está enviando a la tierra en este tiempo. En cuanto al tema de la sanidad divina su voluntad es: DIOS QUIERE SANARTE ASI HAYA SIDO TU CULPA QUE ESTES ENFERMO.

Dios no cambia (Hebreos 13:8). Su voluntad no ha cambiado y no lo hará. Tú no harás cambiar Su voluntad con tus acciones. Él es tu Padre y siempre quiere darte lo mejor (3 Juan 2).

Recuerda esto siempre: Jesús refleja la perfecta voluntad del Padre. (Juan 14:9, Colosenses 2:9). Entonces, ¿a cuántos que se hayan acercado a Jesús por sanidad has visto que Jesús les haya preguntado primero: "Espera, para poder sanarte debo saber primero, ¿es tu culpa que estés enfermo?". Te ayudaré: ¡A ninguno! Inclusive, en una oportunidad los discípulos fueron los que querían saber las causas de la enfermedad de una persona (una ceguera, Juan 9:2). Querían saber si esa enfermedad era por culpa de sus pecados o el de sus padres. Pero a Jesús no le interesaba eso. ¡Jesús solo quería sanar!

Nuestro Padre no está enfermo de la cabeza para que quiera que suframos de alguna enfermedad para aprender algo. Él no te quiere sanar pero después de que hayas aprendido algo primero. Jesús nunca le preguntó a nadie: "Yo te sanaré pero primero tienes que aprender más carácter - (o cualquier otra cosa) - en medio de esta enfermedad". ¡No! ¡Él te quiere sanar ya! No ores para preguntarle si Él te quiere sanar. ¡Ora declarando la sanidad que Él te dio! ¡Todas sus promesas son en Él sí y Amén! (2 Corintios 1:20).

El leproso estaba seguro que Jesús PODIA sanarlo pero no estaba seguro si QUERIA sanarlo (Mateo 8:1-3). Por eso se le acercó diciendo: "Señor, SI QUIERES puedes limpiarme". La lepra en ese entonces era considerado una maldición por el pecado (específicamente, por la rebelión). Jesús no le dijo: "Apártete de mi, pecador, y ¡paga las consecuencias de tus propias acciones!". Muchas veces tenemos esa actitud porque no conocemos la voluntad de nuestro buen Padre Celestial, la cual es: ¡Quiero, se limpio!

Es cierto que muchas veces aprendemos cosas positivas en momentos difíciles, tal y como son las enfermedades. PERO decir que nuestro Padre QUISO que pasemos por esos momentos, o peor aun, que Él orquestó esos momentos, es equivocado. Uno no debe crear una creencia por uno o dos versículos, sino que debe ser algo sustentado de comienzo a fin de la Biblia.

Inclusive, esas cosas positivas que aprendimos u obtuvimos en medio de esa enfermedad (o cualquier situación difícil), ¡no fue gracias a la enfermedad en sí! Si eso fuera así, es decir, si la enfermedad produjera fortaleza de carácter, acercamiento familiar, una más profunda relación con Dios, etc., TODOS los que pasan por enfermedades saldrían mejor, y ese no es el caso. Aquello positivo que se obtuvo de la enfermedad fue porque la Palabra de Dios estuvo plantada de alguna manera en el corazón de la persona, y la persona decidió actuar en ella en esos momentos. Recuerda que TODO LO BUENO viene de Dios. La enfermedad, así como su creador el diablo, es para matarte, robarte y destruirte.

La enfermedad está en el mundo. A veces nosotros mismos nos la buscamos. Pero sea cual sea el caso, tu ¡Padre Celestial quiere sanarte! Jesús no solo está contigo en medio de esa enfermedad, Él quiere sanarte.

¡Espero te haya ayudado!

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