viernes, 5 de mayo de 2017

Soy un Gran Escritor

¿Cuál fue tu reacción al leer ese título? Para muchos, estoy seguro que fue: "Y este, ¿qué se cree?", o quizás, "ya se le subió a la cabeza lo de escribir libros". Sabes, he estado orando y sentí hacerlo así a propósito.

Esa reacción no vino de mi, sino de ti. Yo no he creado esa reacción, sino tú mismo.

¿Cómo se llama esa reacción? Puede ser que sea envidia, cólera, celos, frustración. Y la razón principal (no la única) por la cual está ahí esa mala emoción es debido a las cosas de las que te has estado alimentando, es decir, aquello que has permitido que influencie en tu vida.

Hay otros que al leer el título se alegraron por mí, y otros que quizás dijeron: "¡Sí, yo voy a creer lo mismo con él", porque saben que todavía no soy ese gran escritor pero creen lo mejor conmigo.

Como dije, yo no soy el causante de esas reacciones, porque ellas estuvieron ahí todo el tiempo. Esa misma reacción, o quizás una parecida, hubiera salido con otra situación: que a tu compañero de trabajo lo asciendan y a ti no, que tu líder reconozca el esfuerzo públicamente de algún compañero tuyo pero no a ti, que todo lo bueno siempre le sucede a ese que piensas que no se lo merece y a ti solo te sigue "la nube negra", etc.

¿Tú te alegras por las bendiciones de los demás o te da envidia? ¿Lloras con los que lloran o te alegras porque "por fin recibieron lo que se merecieron"?

Hay una buena noticia: ¡Puedes cambiar!

En Lucas 15:11-32, en la conocida parábola del hijo pródigo (si no la conoces, ¡léela!), el padre de familia sale de la fiesta en homenaje a su hijo que había regresado para ROGARLE a su hijo mayor que también entre para que disfrute de la fiesta (así es, ¡LE ROGÓ!), y que celebre a su hermano que se encontraba bien.

¡Tú Padre Celestial no está enojado contigo porque no celebras a las bendiciones de los demás sino que te anima a que te alegres con él/ella por lo que le pasó! ¡TÚ TAMBIÉN PUEDES DISFRUTAR DE LA FIESTA! ¡Es tu decisión!

Esos pensamientos que dicen que es injusto, que por qué a él, que por qué no a mi, etc., están ahí porque los has alimentado con personas mal agradecidas, chismes, malos programas de TV, radio o internet, etc. ¿Cuál es la solución? ¡Deja que esos pensamientos se mueran de hambre! ¡Deja de alimentarlos con lo mismo! Y comienza a alimentarte de cosas positivas: personas agradecidas y positivas, buenos programas de TV, radio o internet, pero sobretodo, de la Palabra de Dios, Su Presencia y Su Iglesia. Veras que, CON EL TIEMPO, tus reacciones cambiarán, empezarás a alegrarte de corazón con aquel que recibe aquello que quisiste, llorarás con lágrimas reales con aquellos que lloran, y la gratitud simplemente saldrá de ti. ¡Serás feliz de verdad!


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