domingo, 12 de noviembre de 2017

Una pequeña enseñanza del Tamborilero

Me encanta la historia que relata la conocida canción navideña del Tamborilero. Cuando era niño, me hizo llorar al imaginarme la escena que describía (todavía me conmueve bastante).


Trata acerca de un niño pobre que ve cómo las pastores preparan algunos regalos para ir a dárselos al niño Jesús como obsequio por su nacimiento. Éste también quiere regalarle algo, pero no tiene dinero para comprar algo digno de un Rey, lo único que tenía era un viejo tambor. A pesar  de ello, él decidió darle lo único que tenía, emprende el viaje hasta el pesebre y toca su mejor pieza en homenaje al recién nacido Rey. La parte que me enternece hasta las lágrimas es cuando dice que el Niño volteó al escuchar el sonido del tambor, miró al tamborilero y le sonrió.

Yo me imagino lo que pudo haber sentido en ese momento el niño tamborilero. Me imagino que estaba seguro que Jesús estaba contento con él, que recibió gustoso lo único que podía ofrecerle, porque ello mostraba el sincero corazón de querer hacer algo por Él. Y Dios vio eso.

Sabes, tu Padre Celestial no será movido por las grandes cantidades de dinero que le puedas dar (¡acuérdate que Él lo creo todo!), pero sí será movido por el deseo sincero de querer hacer algo para Él.

¿Cómo puedes hacer algo para Él? La Biblia dice que todo lo que haces, lo puedes hacer para como para Él (Colosenses 3:23-24). Así que, la falta de recursos por hacer grandes cosas que no se vuelva una excusa para no hacer pequeñas cosas. Tu Padre Celestial no está esperando que le des lo que no tienes, sino lo que tienes. Él puede hacer mucho con poco. Ten la seguridad que cuando haces algo por amor a Él, Él te está sonriendo.

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