jueves, 20 de septiembre de 2018

Reprende el Viento y el Mar se tranquilizará


La historia de Jesús calmando la tempestad es contada en el evangelio de Marcos especificando un detalle en particular: que Jesús no reprendió al mar, sino al viento (Marcos 4:39). Esto fue así porque era el viento lo que provocaba las grandes olas que cubrían la barca. En otras palabras, Jesús se encargó de la causa del problema y no solo del problema en sí.

Los discípulos no tenían temor del viento, sino de las olas porque éstas anegaban la barca (Marcos 4:37) y podían hundirse y morir ahogados. Los discípulos miraban las olas que se levantaban y cómo caían contra la barca y su corazón se llenaba de miedo. Los discípulos no miraban a la fuerza invisible que provocaba el alza del mar, sino que su enfoque era el mar. Jesús no solo trató con el problema (las olas), sino con la causa de él (el viento).

Fíjate en lo que dice Marcos 4:37 en la versión Reina Valera, "Pero se levantó una gran tempestad de viento." Jesús reconoció cuál era la esencia de la tempestad: el viento. Los discípulos no. Ellos pensaron que su único problema era las olas del mar. No se daban cuenta que si Jesús no reprendía el viento y si solo le decía al mar que se tranquilice, era cuestión de tiempo que las olas se vuelvan a levantar. Por eso primero reprendió al viento, y luego tranquilizó al mar.

¿Has reconocido cuál es la esencia de la tempestad por la que atraviesas? Quizás estás mirando solo "las olas que caen a tu barca" y estas te llenan de temor, pero no miras lo que provocan esas olas. Quizás dices:
- Mi problema son las pesadillas de mi hijo, pero no te enfocas de lo que causa esas pesadillas.
- Mi problema son las deudas, pero no te enfocas de los malos hábitos que causan esas deudas.
- Mi problema es el distanciamiento con mi esposo(a), pero no te enfocas de lo que causa ese distanciamiento.
- Mi problema es que soy enfermizo, pero no te enfocas en tus hábitos alimenticios y la falta de ejercicios que provocan esas enfermedades.
- Etc., etc., etc.

Proverbios 26:2 dice que la maldición nunca viene sin causa. No te enfrasques en los síntomas, y mejor trata la causa de esos síntomas. Deja de desperdiciar tiempo y energía resolviendo el mismo problema una y otra vez, y mejor utiliza ese mismo tiempo y energía para tratar con las causas de ese problema.

Quizás has estado tratando por mucho tiempo solo con el problema, pero no con lo que causa ese problema. ¡Por eso es que vuelve a aparecer, porque nunca trataste con lo que provoca el problema! Si quieres deshacerte de una vez por todas de ese problema, pídele ayuda a tu Padre Celestial para que te ayude a reconocer aquello que haces o quizás a lo que estás expuesto, lo cual provoca tu problema, y por supuesto, pídele sabiduría para deshacerte de él para siempre.

¡Espero te haya ayudado!

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