viernes, 29 de diciembre de 2017

Una oración para el 2018


Padre Celestial, te doy gracias por el año 2017 que pasó, porque sé que estuviste conmigo todo el tiempo. Quizás muchas veces no me di cuenta que estabas ahí, pero eso no quiere decir que no lo estabas. Y por lo mismo sé que seguirás estando conmigo en todo este 2018.

Te pido que me ayudes a poder verte todo este año que comienza. No quiero dejarme guiar por mis sentimientos, sino que quiero aprender a vivir por fe. Sé que habrá problemas, situaciones que me harán tambalear y quizás llegue a quitar la mirada de Ti, pero ayúdame a volver a poner mis ojos en Ti rápidamente, sabiendo que no me condenarás por haber dudado de Ti, sino que estarás listo a recibirme, abrazarme y ayudarme a salir de ese problema.

Gracias porque sé que Tú no buscas perfección en mí. Tú no pides que yo sea un hijo perfecto, porque sabes que eso es imposible para mí. Gracias, más bien, porque Tú diste a tu Hijo perfecto para que muera por mis imperfecciones, y gracias a Él, ahora Tú me ves perfecto, santo, puro, sin mancha. Gracias porque eso me da la confianza en que este 2018 puedo intentar nuevos retos sin temor a equivocarme delante Ti, porque sé que Tú no te sentirás desilusionado de mí, que no te cansarán mis errores ni pecados, sino que siempre estarás dispuesto con amor a ayudarme, corregirme y encaminarme.

Gracias porque tu Palabra dice que Tú vas delante de mí (Deuteronomio 31:8) y que preparas el camino para mí (Efesios 2:10). Esto quiere decir que el 2018 no es nuevo para Ti. Yo no sé qué cosas enfrentaré este año que comienza, pero Tú sí. Y sé que en tu fidelidad ya te aseguraste que cualquier cosa que enfrente no sea más de lo que pueda soportar, sino que has puesto una salida para mí (1 Corintios 10:13). Así que caminaré con la confianza que Tú ya estuviste por donde caminaré y lo arreglaste todo para mí.

No temeré a las malas noticias que el 2018 me traiga porque mi corazón estará confiado en Ti (Salmo 112:7). No me abandonarás en ningún momento, no te alejarás de mí, no me dejarás solo, sino que SIEMPRE estarás conmigo (Mateo 28:20). Decido mirar tu bondad (Salmo 27:13), decido creer que la tierra está llena de tu gloria (Isaías 6:3), y eso incluye mi familia, mi negocio, mi iglesia y mi país. Mi boca declarará tus buenas noticias y no las malas noticas que escucharé. El médico no tiene la última palabra, ni mi jefe, ni el presidente, ni las autoridades, ni las cosas que veo en mi familia. Decido creer que la última palabra la tienes Tú. Decido creer tu Palabra y poner mis ojos solo en Ti.

Gracias Padre porque me amas y siempre me amarás, y ese amor es el ancla que mi alma necesita. Me siento seguro en Ti.

Amén

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